¡Hola a tod@s!

Esta vez en nuestro blog hemos hablado con un ejemplo para todo opositor, Gabriel López Samanes, que logró su plaza como Abogado del Estado con 23 años, tres meses y 21 días. Este madrileño nacido el 25 de diciembre de 1992 consiguió superar su dura oposición en un año y siete meses, toda una proeza. 

– Cuéntanos un poco tu etapa universitaria, ¿eras de los mejores de clase?

Recuerdo con gran cariño la época universitaria, dado que es uno de los momentos más especiales de la vida. Me acuerdo que me apasionaba, ya desde primero de carrera, el estudio de las distintas ramas del Derecho.  Sí, fui buen estudiante, no obstante he de remarcar que, como bien conocen los opositores, existe una notable diferencia entre el mundo universitario y el de la oposición, de tal manera que si bien la universidad puede ser un buen punto de inicio para alcanzar hábito de estudio, ello no es determinante en el mundo de la oposición donde la estructura y la sistemática de estudio son muy distintas.

– ¿En qué momento tomaste la decisión de opositar a Abogado del Estado?

Ya antes de comenzar la Facultad, me atraía la posibilidad de preparar oposiciones al Cuerpo de Abogados del Estado.  La decisión final de opositar la tomé en el tercer curso del Grado, en concreto en el verano de 2013, tras realizar prácticas en la Abogacía del Estado. Fue entonces, una vez conocí la actividad diaria de los Abogados del Estado, cuando me decidí por preparar la oposición, dado que me apasionó el trabajo que desempeñaban día a día.

– ¿Por qué elegiste esta oposición y no otras como judicatura o registrador de la propiedad?

El motivo principal fue el carácter interdisciplinar de esta oposición, dado que su temario, que consta de más de 450 temas, abarca todas las ramas del Derecho, tanto público como privado, lo que me resultaba muy atractivo. Además, otro factor que hizo que optara por la misma fue la posibilidad de desempeñar la profesión tanto en la vertiente contenciosa –en la totalidad de los órdenes jurisdiccionales- como en la consultiva.

– ¿Cuál era tu rutina de estudio en tu etapa como opositor?

Comenzaba a estudiar a las 8 de la mañana y terminaba a las 15 h. Comida, un rato de descanso y volvía a estudiar a las 16.00 horas, hasta las 21 horas. Nunca me ha gustado estudiar por la noche salvo en los días previos a cada examen, cuando ampliaba un poco más el horario, pero nunca más allá de las diez y media. ‘Cantaba’ dos días a la semana, los martes y viernes, y descansaba los sábados.

– ¿Fuiste a algún tipo de academia o preparador?

Sí, en mi oposición es un factor imprescindible para poder emprender con éxito el proyecto.  Mis preparadores eran Ignacio Zurdo, María Curto, Cristina Vidal, Idoya Arteagabeitia e Isaac Salama, a los que debo manifestar mi gratitud y agradecerles la preparación que me impartieron. Se los recomiendo a quienes se decidan por esta oposición.

– ¿Estudiabas en casa o en la biblioteca?

Estudiaba siempre en casa, porque me concentraba mejor y porque siempre lo hecho así, no solo durante la oposición sino también en la universidad y en el colegio.

– ¿Tenías algún tipo de truco o método para memorizar?

En principio no tenía ningún método específico. Yo estudiaba epígrafe a epígrafe cada tema y una vez conclusos todos ellos, exponía el tema en conjunto. Siempre estudiaba con los códigos y la legislación a mano para introducir modificaciones o precisiones en los temas y trataba de esquematizar aquellos que me resultaban más complejos.

– ¿Alguna manía opositora confesable? 

Bueno digamos que sí, únicamente podía subrayar los temas con color amarillo, reconozco que no me gustaba nada mezclar colores o utilizar otro color distinto. Esto también me ocurría cuando subrayaba los apuntes en la universidad.

– ¿Cuál era tu método para preparar el examen oral?

Yo utilizaba el sistema de vueltas para preparar los exámenes orales que consiste en que, a medida que se acerca el examen, se incrementa el número de temas por semana, para que las vueltas al temario del examen se realicen cada vez en menos tiempo, dado que ello favorece la memorización de cara al examen.

– ¿Qué crees que pesa más en una oposición, el talento o la constancia en el estudio?

Creo que la oposición, al igual que la práctica totalidad de cosas en la vida, es un cúmulo de circunstancias, por ello creo que ambas cuestiones priman notablemente, no obstante, como siempre se suele expresar a modo de síntesis, la oposición es una carrera de  fondo, por ello la constancia y la disciplina resultan indispensables para llevar a buen puerto la empresa emprendida. A ello añadiría el factor de la suerte también.

– ¿Cuál crees que fue la clave para aprobar en un año y siete meses?

Quizás, y en relación con lo que señalaba en la anterior cuestión, la clave fue la disciplina máxima y el esfuerzo con que afronté el estudio de la oposición. También fue fundamental el apoyo de mi familia y de mis preparadores.

– ¿Cuál fue tu peor momento como opositor?

En concreto, no sabría decir cuál fue el peor de ellos, pero en conjunto diría que el mayor sufrimiento que vive el opositor es la incertidumbre acerca de si se aprobará o no, dado que la oposición supone realizar muchos sacrificios, sin tener asegurado que se llegará a buen puerto. Es una de las grandes luchas que debe vivir el opositor, la de afrontar el desánimo y preservar la confianza.

– ¿Qué sentiste cuando supiste que habías aprobado? ¿Te lo esperabas?

Siempre digo que fue una alegría para vivir y no para describir. El momento fue muy especial y nunca lo olvidaré porque las notas del último examen salieron a media mañana y yo no estaba en casa porque había salido a dar un paseo sin el móvil, para calmar un poco los nervios porque pensaba que las notas saldrían un poco más tarde. Cuando regresé a casa vi multitud de mensajes de preparadores, familiares y amigos que habían visto mi aprobado porque la lista de aprobados se publicaba en  la web del ministerio. Vamos, que fui el último en enterarme del aprobado.

– ¿Qué le dirías a los opositores que te están leyendo?

Les diría que aunque es innegable que la oposición implica un gran esfuerzo, y bastante sufrimiento, y que nunca faltan los momentos malos, que tengan convicción, disciplina y, sobre todo, esperanza para seguir adelante con el estudio diario, sin olvidar la meta y el propósito por el cual sacrifican un período de tiempo de su vida.

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