¡Hola a Todos!

Hace unos meses os presentábamos a Ainhoa Quinto, una joven donostiarra que con solo 23 años lograba superar la primera parte de la oposición a Juez y Fiscal, una de las más exigentes de España. Pues bien, Ainhoa ya se encuentra en la segunda fase de la oposición, la estancia en la Escuela Judicial de Barcelona. En esta entrevista nos cuenta su experiencia en la Escuela. 

– Lo primero suponemos que es la primera emancipación de tu vida. ¿Qué tal ha sido la búsqueda de vivienda? ¿Vives sola o has preferido convivir con compañeros?

La verdad es que sí, es la primera vez que vivo fuera de casa, porque toda la carrera la hice en San Sebastián. He de decir que ha sido un gran cambio, pero me está haciendo aprender mucho, como cualquiera cuando empieza a vivir solo. Vivo sola en un estudio, pero tengo muchos vecinos de la Escuela Judicial, porque sí que hay algunos pisos que podemos alquilar los alumnos de la Escuela. Está bien porque aunque tengo mi propio espacio, si necesito cualquier cosa puedo contar con mis compañeros.

 

– ¿Qué tal ha sido la primera impresión de la Escuela Judicial, ¿qué ha sido lo que más te ha llamado la atención? 

Yo creo que el mayor shock es que nos empiecen a decir que ya somos jueces, cuando acabamos de romper el cascarón, como quien dice. La Escuela Judicial es una infraestructura increíble, y la verdad es que impresionan los medios que tiene. Si puedo decir algo negativo, fue darnos cuenta de que a pesar de sabernos de memoria muchas leyes y muchos artículos, de lo que es el día a día de un Juzgado sabíamos muy poco. Pero para eso estamos aquí, y poco a poco lo vamos cogiendo.

– ¿Cómo sería un día rutinario en la Escuela Judicial? ¿Qué actividades hacéis de cara a preparar vuestro futuro día a día como jueces?

 Pues depende mucho de las semanas. Empezamos con muchas clases, con profesores que son o Magistrados o profesores de universidad. Pero nada tienen que ver con las clases de la carrera: nos dan esa visión práctica que nos faltaba. También tenemos charlas sobre muchas de las situaciones que nos vamos a encontrar (trato a las víctimas, causas complejas o motivación de las resoluciones) y estancias con otros operadores con los que tendremos relación: Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, Abogados, Fiscales… Pero sin duda alguna, lo que más me gusta son las simulaciones: nos dan un expediente, se reparten los roles de Juez, Ministerio Fiscal, Abogados, partes y testigos, y simulamos la vista. A veces, incluso, vienen actores para hacer de las partes, y abogados en prácticas para hacer de abogados. Es lo más estimulante, porque cuando nos ponemos la toga y dirigimos un juicio de verdad nos sentimos jueces. ¡Ah! Y que no se me olvide. Tenemos bastante trabajo para casa, porque lo que quieren nuestros profesores es que tengamos nuestros modelos de resoluciones para cuando lleguemos al juzgado. Esto es, que hayamos hecho el trabajo previamente con cierta calma para ya tener práctica cuando estemos metidos en la vorágine del día a día.

 

– ¿Crees que es suficiente un periodo de 11 meses en la Escuela Judicial para formarse como Juez en su faceta más práctica?  ¿Es realmente útil el paso de los futuros jueces por la Escuela Judicial?

El paso por la Escuela Judicial es absolutamente necesario por lo que decía antes, para aprender a plasmar todo ese conocimiento teórico en la práctica. Ninguno de nosotros habría sido capaz de empezar en un Juzgado sin esta formación. Pero creo que casi un año es suficiente para que no perdamos la perspectiva. Necesitamos empezar con la acción, y ya dentro de poco empieza la siguiente fase, la de las prácticas tuteladas.

 

– Cuéntanos un poco qué tal son vuestros profesores, ¿cuál te ha marcado especialmente por sus explicaciones o por su forma de dar clase?

Valoro mucho que haya tanto profesores de universidad como Magistrados. Los Magistrados nos dan esos trucos imprescindibles de la experiencia, pero los profesores de universidad aportan la mirada externa que a veces se pierde estando tan metido en la llevanza de un juzgado. Todos tienen algo que aportarnos: está quien nos da mucha jurisprudencia, quien nos da consejos desde la «trinchera» y quien nos hace darle una vuelta a todas las certezas que teníamos.

 

– ¿Qué cambiarías de la Escuela Judicial y qué te parece que es lo mejor que tiene?

Lo mejor de la Escuela es que tenemos una formación integral en todos los aspectos, y que vienen a dar charlas los mejores de cada ámbito. Nunca vamos a volver a tener la oportunidad de analizarlo todo tan sosegadamente, y es todo un lujo. Quizá si tuviese que cambiar algo sería la ubicación, porque tenemos que coger tres medios de transporte para llegar hasta allí: ferrocarril, funicular y autobús, y aunque los primeros días las vistas son espectaculares, tardar 40-50 minutos en subir y bajar a veces se hace pesado.

 

– ¿Qué tal la relación con los compañeros, tenéis tiempo para algo de ocio entre vosotros? ¿Te recuerda un poco a tu etapa universitaria?

 Siempre escuchaba que somos como una gran familia y no lo tenía claro, pero es así tal cual. Al final somos 65 personas que han compartido un mismo sufrimiento y un mismo logro, y encima la mayoría hemos tenido que salir de nuestras casas y mudarnos a Barcelona. Así que tenemos mucho en común y en seguida conectamos. Precisamente, por estar fuera de casa, además de compañeros somos amigos, así que todos los planes sociales los hacemos juntos. Por ejemplo, los cumpleaños los celebramos con todos los compañeros reservando algún local para nosotros. Pero bueno, nos hacen trabajar bastante, así que la mayoría de planes los reservamos para el fin de semana.

– Muchas gracias Ainhoa, te deseamos lo mejor.

¡Gracias a vosotros!

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